lunes, 17 de mayo de 2010

Al-Ándalus y España: dos naciones, dos mundos.

"Durante largo tiempo, las posibilidades de España frente a Al Ándalus fueron casi nulas, dada la desproporción material. El territorio del norte era el más atrasado y menos civilizado de la península, mucho menos extenso y poblado que el del centro y sur, y el más pobre, debido a la aspereza del suelo y el alejamiento de las vías de comercio.
Esa aspereza y pobreza habían ayudado a sus naturales a resistir a los godos, pero nunca les habían permitido realizar otra cosa que incursiones depredatorias de corto radio. Si de pronto lograron crear una verdadera estructura política con un objetivo de vasto alcance como continuadores del reino hispano-godo, al que tanto habían combatido, y de desarrollar un arte y literatura propias, solo pudo deberse a la afluencia de godos, mozárabes y clérigos huidos del sur. La común oposición al islam impulsó la elevación cultural de los pueblos del Cantábrico, su completa cristianización e identificación con los ideales propuestos. La Crónica mozárabe, escrita en territorio andalusí, habla ya de "pérdida de España" y "reconquista" en fecha tan temprana como 754, y con seguridad recogía ideas previas y extendidas. Ese ideal permitiría al núcleo de Asturias sostenerse y crecer pese a su penuria inicial. La pronta incorporación de Galicia más el traslado al norte de las gentes del valle del Duero, aumentarían sustancialmente la población y con ella el vigor defensivo. Si bien plantearan serios retos económicos, resueltos progresivamente con la posterior repoblación del semiabandonado valle del Duero y otras comarcas poco a poco recobradas.

Al comenzar el siglo IX había que agregar al ya veterano reino de Asturias los comienzos de la Marca Hispánica, conquistada por los francos a lo largo de los Pirineos, que durante ese siglo permanecería poso activa. Había, por así decir, la España del Cantábrico, bastante homogénea, y la del Pirineo, más diversa. En conjunto ocupaban un quinto de la península, y Al Ándalus el resto.

Eran dos naciones y dos mundos. España se identificaba en lo religioso con el cristianismo y en lo político con la continuidad del reino hispano-godo. Sus diferencias abarcaban todos los terrenos sociales, aunque habría, lógicamente, algunos préstamos mutuos. Las diferencias religiosas ya fueron mencionadas; sus consecuencias políticas tenían la mayor relevancia: una mayor diferenciación entre política y religión, un concepto de la libertad personal que originaría en los reinos cristianos gobiernos más representativos, menor extensión de la esclavitud, concepciones muy diferentes del derecho, mayor autonomía de la mujer, monogamia estricta, ausencia de la circuncisión... hasta la gastronomía del cerdo y del vino, ambos prohibidos por el islam, aunque en Al Ándalus permaneciera en alguna medida la afición etílica, heredada del pasado.

La cultura andalusí, entonces naciente, era islámica y su idioma dominante y cada vez más extendido, el árabe; se beneficiaba de los aportes técnicos y, en general, culturales que circulaban por el mundo islámico desde las lejana India o China, países remotos y desconocidos en Europa, y del sustrato cultural hispano; sobre esas bases desplegaría, sobre todo a partir de Abderramán II, unas formas de vida refinadas en las capas altas de la sociedad. Al Ándalus incluía territorios y recursos materiales y demográficos muy superiores a los de la renaciente España.

Las diferencias se extendían a la composición étnica. En Al Ándalus abundaban, aun muy lejos de ser mayoría, magrebíes y oriundos de Oriente próximo, en posiciones dominantes, así como judíos y una considerable masa esclava traída del África negra y de Europa del este (eslavos). La mayoritaria población autóctona se dividía entre cristianos o mozárabes, e islamizados o muladíes. Al principio los cristianos eran la inmensa mayoría, pero los muladíes crecerían hasta formar el grueso de la población dos o tres siglos después de Guadalete. El carácter levantisco de los muladíes lo compartían los magrebíes o beréberes y los árabes. En España, el conjunto de ellos, salvo los mozárabes, recibió el el término "moros". La palabra designaba desde tiempos de Roma a los habitantes de las Mauritanias, es decir, del Magreb, pero en la edad media se utilizaría para llamar, sin distinción, a los musulmanes, ya fueran muladíes (esto es, antiguos cristianos hispanos que perdían su condición al convertirse al islam), los propiamente moros, es decir, beréberes o magrebíes, y los árabes y sirios, muy alejados de los magrebíes por origen étnico, geográfico y cultural.

Tan variada composición social, cultural y religiosa, hizo de la guerra civil, más o menos extensa, un fenómeno permanente, que impidió a Córdoba sacar pleno fruto de su enorme superioridad material sobre los españoles. Esa inestabilidad interna causó otro fenómeno importante: los emires y luego los califas cordobeses, recelosos de sus súbditos, crearían ejércitos compuestos por mercenarios extranjeros y por esclavos, separados de la población poco amiga de ellos y leales solo al gobernante.

En contraste, el reino de Oviedo y los demás núcleos cristianos del norte mostraban mayor homogeneidad étnica y religiosa, y por tanto mayor cohesión (no sin frecuentes querellas internas, desde luego). Esa cohesión les permitía sacar mejor partido de su poder político y militar, pese a su debilidad material. La lucha contra el islam y la afluencia de mozárabes del sur decidió, como quedó indicado, la total cristianización de los pueblos de la cornisa cantábrica y la completa pérdida de sus lenguas ancestrales, si acaso estas persistían después de Roma. Permaneció solo el vascuence, si bien conforme los vascos se civilizaban harían del latín y el romance sus lenguas de cultura.

Se ha discutido a veces sobre la diversa actitud política implicada en los conceptos de España y Al Ándalus. La derivación lógica de la idea de España sería reconquista del reino anterior a la invasión, mientras que Al-Ándalus tendría un contenido más pasivo, referido a la parte controlada por los musulmanes en cada momento. No parece ello muy probable. En su primera ofensiva, los islámicos habían ocupado toda la península y parte de Francia, y si poco a poco renunciaron a mantener y ampliar sus posesiones solo se debió a su impotencia ante la tenaz oposición de los reinos hispanos y a su propia inestabilidad interna. Aun así, los estados cristianos españoles permanecerían durante siglos en muy grave peligro.

 25 de Noviembre de 2008 - 06:54:04 - Pío Moa

Es importante entender que Al-Ándalus y España eran dos realidades anagónicas: la existencia de una implicaba la destrucción de la otra, y durante 700 años se decidió cual de las dos sobreviviría. Por fortuna el país que fue atacado (el reino visigodo, que hacía tiempo que podía considerarse como España) fue el que logró imponerse.


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2 comentarios:

  1. En nuestra ignorancia (por culpa de no estudiar historia en los colegios)creemos que convivimos los dos pueblos en paz, bien es cierto que así lo cree mucha gente...nada mas lejos de la realidad, al convivir tantos siglos juntos hubo períodos de paz, pero fueron los menos, estábamos enfrentados constantemente y en guerra las mas de la veces, esa es la verdad que muchos se niegan a decir en alto, porque no es políticamente correcto, pero historia sólo hay una y nos merecemos que nos la cuenten tal y cómo pasó.

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  2. es incorrecto referirse a los bereberes con el término magrebies, magrebies lo son todos los habitantes de el magreb, sean arabes, negros o bereberes

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