sábado, 8 de mayo de 2010

Ciencia y Fe ¿Contradicción?

Los que gustan de atacar nuestra fe suelen tener en la boca frases como dentro de poco la ciencia responderá todos los interrogantes de la vida, Dios ya no nos hace falta o dentro de poco ya no habrá sitio para Dios. Todas ellas encierran la creencia de que la fe es algo irracional, que escapa a la razón, a la lógica y a cualquier análisis crítico: Una suerte de extravagancia para paliar el profundo sentimiento de soledad que nos rodea cuando pensamos en la finitud de nuestra vida y el abismo que se abre a nuestros pies. Un consuelo para mentes simples y poco preparadas, al fin y al cabo; una contradicción interna de la que carecen las personas bien preparadas intelectualmente. Y no faltan los que afirman que el hombre religioso es un estadío de evolución anterior al hombre científico.
Sin embargo nada más lejos de la realidad. La fe católica es una fe que pretende ser razonada (sin dejar de lado otras dimensiones), que asume la razón cómo parte de la psique y del propio ser humano, del cual no pretende desligarla. La fe católica necesita de un proceso crítico para su aceptación (aunque sea implícito), pues Dios, que nos ha dado la razón, no exige que nos desliguemos de ella para aceptarle.

 
Aparte quedan aquellos que, basando su fe en los movimientos del Protestantismo liberal decimonónico (Schleiermacher y otros), pretenden, mediante la relativización de su Fe, casarlo con unas afirmaciones científicas pretendidamente ciertas e irrefutables. Éstas chocan frontalmente con la propia creencia, acabando en una actitud dicotómica y nada favorable ni para ellos ni para la cristiandad en general.
Los ataques a nuestra fe suelen venir, curiosamente, en materia que no es de fe. Un hipotético  poco probable observador imparcial haría notar que el caso Galileo, por muy cruelmente tratado que fuese, no afectaba en nada a ninguno de los dogmas y creencias sostenidos por la Iglesia. Sin embargo, no cejan en su empeño de enarbolar esta bandera contra la pretendida manía de la Iglesia de coartar el libre desarrollo científico, tal vez porque les costará encontrar otro caso.

A propósito de Galileo, el periodista italiano Vittorio Messori escribió una serie de artículos en diversas publicaciones italianas[1] repasando el proceso y la posterior manipulación a la que los racionalistas franceses del S. XVIII, principalmente, sometieron su caso. Cuando Galileo publicó su primer libro sosteniendo la hipótesis de que la Tierra giraba alrededor del Sol fue saludado ampliamente por la comunidad científica y recibió repetidas felicitaciones del mecenas más prolífico de Italia: El Papa. Fue ya con su segundo libro sobre el tema, donde pasó a considerar la teoría heliocéntrica no cómo hipótesis sino como verdad probada – sin tener pruebas – que recibió sus primeras críticas, principalmente de otros astrónomos. No obstante, su falta de rigor y el hecho de haber expresado en su libro la necesidad de cambiar la Biblia porque (según dijo) la naturaleza y la Biblia no podían contradecirse y alguna de las dos debía estar mal, consiguió el permiso para imprimir su obra, engañando a las autoridades locales. Por todo eso, fue llamado a juicio (cuyo tribunal estaba compuesto por pares suyos, astrónomos religiosos) que le acabaron condenando a dos años de arresto domiciliario, de los cuales cumplió sólo seis meses. Las palabras que dijo tras oír su sentencia no fueron las archiconocidas e igualmente falsas Eppur si muove, sino de agradecimiento al tribunal que tan benévolo había sido con él. Años después seguía publicando sus teorías con el beneplácito y el favor del Papa y sus científicos.

Por cierto, hablando de Astronomía, la Teoría del Big Bang, que no tiene más que 70 años de existencia, tuvo a uno de sus percusores en el jesuita Georges Lemaître. Esta idea fue perseguida por la sociedad científica de la época, que por supuesto creía y defendía la idea de un universo estable, inmutable y eterno, y que veía en la obra de Lemaître un intento de encajar a Dios y la idea de Creación en la ciencia... Hasta que se descubrió la radiación de fondo en 1965, claro. Para que veáis lo que cambian las cosas en pocas décadas.

Otra de las acusaciones recurrentes es la de que la Tierra es plana (tal vez es recurrente por lo ridículo de la idea), se nos suele acusar de haber ido contra toda razón humana al defender la tierra plana tal y cómo aparece en la Biblia, y de haber "bloqueado" el avance humano en ese campo hasta la Edad Moderna y los grandes descubrimientos geográficos... Curiosamente es bien sabido que, desde que los griegos dedujeron hábilmente la esfericidad de la Tierra ningún sabio de ninguna época (y menos de la medieval, tan embebidos de aristotelismo) ha osado dudar de la misma, relegando las creencias en exóticos monstruos marinos y en cataratas hacia el vacío a los poco cultos y supersticiosos (cosa que ha ocurrido siempre, y si no os invito a visitar esta web[2]). Por el contrario si escudriñamos este fascinante libro que Dios nos ha dado podremos leer en Is 40:21-22: [Dios] se sienta sobre el globo [globo u orbe, a veces mal traducido cómo círculo] de la Tierra. Estamos hablando de un texto del 700 a. C. Es decir, 400 años antes de Eratóstenes, el primer griego que defendió la Tierra esférica. En resumidas cuentas, nuestras creencias son razonables, no somos unos pobres ilusos ni nuestra fe está relegada al ámbito privado ni de la fantasía: Dios nos dio la capacidad para defenderla con la razón, de oponer crítica a crítica y de alcanzar las más altas cotas de pensamiento humano sin tener que relegarla a una caja cerrada en nuestro cerebro. Podemos responder perfectamente al desafío de la ciencia y de los racionalistas del siglo XXI, basta con que queramos hacerlo y sobre todo con que, cómo dijo Juan Pablo II, no tengamos miedo.
Mi más cordial saludo en el Corazón de Cristo.

Revista Tahona II Número 121 Enero 2010.
Por Fëanar.

Notas:

[1]Puede verse una recopilación en Leyendas negras de la Iglesia, editada por Planeta.
[2]http://theflatearthsociety.org/cms/

2 comentarios:

  1. Bueno, la Ciencia acorrala al Cristianismo en su vertiente bíblica, eso es innegable. Aunque la religión siempre puede entenderse como esencia del mundo, siguiendo a Epicuro o por el contrario, a los estoicos.

    Sobre la esfericidad del planeta, ya en el siglo IV a. C. tenemos constancia de la seguridad de la filosofía griega en torno a la esfericidad de la Tierra. Sobre el texto en concreto que traduces, lo mejor sería consultar a Antonio Piñero, que es probablemente el mayor entendido en materia bíblica de España (y lo tienes en la UCM). Resulta extraño cuanto menos, y creo que se refiere a orbe en tanto que materia plana pero circular, tal y como lo entendían los griegos del siglo VIII a. C. (el mundo homérico de la tradición).

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  2. Perdonad el retraso en la publicación, ha habido un problema importante con la moderación de mensajes y no llegó ningún aviso al correo.

    ***

    Pues mira, no es esa mi opinión, ni mucho menos. Lo que pasa es que yo tomo la Biblia como un libro religioso y no científico, y me suele ir bastante bien, la verdad.

    El artículo lo he escrito desde la filosofía católica, es decir, con la religión como verdad revelada por la divinidad (Al fin y al cabo sólo adquiere así sentido), o si lo prefieres desde el neotomismo.

    Tienes razón con respecto a la esfericidad de la tierra, fue un pequeño error que subsané en posteriores arículos en la revista, de todas formas Javier Jurado me respondió en el siguiente número de Tahona amplia y críticamente. Mi artículo de respuesta está aquí (
    http://www.scribd.com/doc/38787518/Sadomasoquismo-historico ), por si a alguien le interesa, cita profusamente y creo que se puede entender sin el otro.

    Conforme a Antonio Piñero no lo conozco y no puedo decir nada de su trabajo, en cualquier caso el punto de la esfericidad de la tierra es más bien lateral, como se puede ver en mi artículo de respuesta.

    Si alguien tiene interés puedo colgarla aquí.

    Un saludo.

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