lunes, 19 de septiembre de 2011

Los Diez Mandamientos de la manipulación mediática

Esta carta llegó a mi poder por medio de una fuente que prefiere permanecer en el anonimato y que asegura que se refiere a dos personalidades muy importantes de la política nacional. La fuente ha arriesgado mucho, pues la obtuvo del despacho personal de uno de ellos, pero opinaba que la gente debía saberlo. La reproduzco íntegra a continuación.




Hola, mi querido ahijado, he aquí los consejos que me pediste:
1.- La estrategia de la distracción. Son bonitos los fuegos artificiales, ¿cierto? Uno no puede evitar contemplarlos, y hasta te acabas olvidando de tus problemas... Son tan abstrayentes. ¡Pues ya estás aprendiendo! Generalmente las cosas grandes, llamativas, efímeras y muy ruidosas son las mejores para distraer a la gente. El fútbol o cualquier otro espectáculo de masas es bueno para ello (potencia los que haya, invierte millones si es necesario, y si no los hay ¡invéntatelos!). ¿Qué para qué tanto esfuerzo? ¡Pues para mantenerlos distraídos! ¿A que es más fácil robarle la cartera a alguien cuando está anonadado mirando los fuegos? Pues de eso se trata, mientras piensen en la selección o en la Champions League no pensarán en los desastres que se les vienen encima, no te podrán echar la culpa y no se enfadarán lo suficiente como para hacer algo que realmente pueda poner en peligro tu cargo. Cuantas más luces de colores, menos verán los nubarrones.

2.- Crear problemas y después ofrecer soluciones. Es el método más eficaz para esconder tu propia ineptitud. Plantea una situación que no pase de marginal (1.- mujeres que mueren por abortar en clínicas clandestinas / 2.- Homosexuales con la vida y las ilusiones arruinadas porque se les considera "pareja de hecho" y no "matrimonio"), añádele tintes de auténtico holocausto o tragedia griega victimizando a algún colectivo que se preste a la pantomima (1.- Infla las víctimas de esas prácticas por mil, habla de ellas a todas horas como algo inaceptable y evita que lo confronten con problemas de verdad / 2.- Habla de la secular represión que sufrieron, eleva a la enésima potencia los problemas judiciales, de herencias, etc de algunos casos y preséntalos como si esos mismos problemas no los tuviese el resto del mundo), y lánzate al mundo con una solución maravillosa, lógica, tan evidente que parece mentira que nadie hubiese pensado en ella antes, y que te haga parecer un valiente adalid de la justicia y la libertad. El serlo o no es irrelevante, recuerda. La mona deja de serlo si le vistes con bastante seda.

3.- La estrategia de la Gradualidad. Si metes a una rana en una cazuela hirviendo saltará más rápido que un resorte, pero si la metes en agua fría y subes poco a poco la temperatura se dejará matar dócilmente (salvo la Iglesia católica). Y de eso se trata precisamente, de cocinar ancas de rana a base de tacto y paciencia: poco a poco, una pequeña subida del 1'2% en el IBI, sin publicitarla mucho, que ya subiremos otra cosa el año que viene. O una ley que exija a los partidos pequeños muchas firmas para presentarse ¡no vayamos a prohibirlos de golpe y nos digan que esto no es una democracia! Y tranquilo, que la gente tiene memoria de pez.

4.- La estrategia de diferir. Esto es ya más complicado. Se trata de meter el pie en la bañera y comprobar si está muy caliente. Si los ánimos se caldean porque el pie que tratas de meterles está muy sucio, no te preocupes. Espera a que la gente se calme: sin auténticos líderes ni mecanismos de defensa la gente se comporta como niños, gritan mucho pero se acaban cansando, espera unos meses y vuelve a meter el pie: sólo unos pocos volverán a gritar, el resto pensará que ya ejercieron sus derechos y que defendieron con éxito sus libertades. ¿Qué? No, tranquilo, no se darán cuenta, estarán muy ocupados gracias al Primer Mandamiento. Dentro de poco podrás meterles la pierna entera. Eso si, tanteando primero.

5.- Dirigirse al público como criaturas de poca edad. A nadie le gusta pensar demasiado, y muchos les incomoda el tener que hacerlo, les saca de su vida perfecta y tranquila, les perturba. ¡Pero para eso estás tú! Háblales como si fueses su padre. Pero nada de castigos, diles las cosas como si les costase entenderlas, como si les hicieses un favor bajando de tu púlpito del conocimiento a explicarle estos oscuros secretos, aunque sea la chorrada más perogrullesca. Tranquilo, que no es lo que digas, es cómo lo digas; trátales así y se confiarán, su subconsciente les hará confiar en ti como si fueses un padre. Recuerda, actúa como si lo fueran y se convertirán en niños.


6.- Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. ¡La lógica está sobrevalorada! Sólo atienden a ella cuatro intelectuales que, curiosamente, no saben exportarla a las masas ¡les falta esa cualidad! Y es ahí donde entras tú: tú eres exportabilidad, comunicación pura. No importa el mensaje, sino cómo lo digas. Pruébalo alguna vez, sal a la palestra a defender cualquier absurdo, deja que tus contrincantes se enreden en complejas disertaciones y, cuando menos se lo esperen, atácales con dos o tres frases efectistas, comparaciones injustas y metáforas inadecuadas, acúsales de tergiversar la verdad y de tratar de engañar a la gente ¡y serás tú quienes te los lleves de calle! Ante la minoría intelectual habrás quedado como un simple demagogo, eso sí. Pero ¿qué importa cuando se disfruta del calor de las masas?

7.- Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Eso es lo más importante. No olvides que habrá resistencia (siempre la hay); no dejes que eduquen a las masas, no permitas que lleguen a la gente, o corres el riesgo de perder tu ventaja: usa de todos los medios ya estudiados, ataca el pasado o cualquier circunstancia de esos inoportunos profesores: no ahorres en ataques, es mil veces más sencillo y efectista atacar (Sexto Mandamiento) que defenderse siendo tan farragoso. Para ayudarte utiliza algunos iconos del deporte o de los cotilleos (un futbolista mediático, o cualquier famosilla que pulule viviendo de sus intimidades por los platós de televisión): cuanto más bastos e ignorantes, mejor. Protégelos y ampáralos (sin que se note), y ellos mismos acabarán sintiéndose orgullosos de lo que son. Una vez hecho esto, siéntate tranquilamente y comprueba qué hace un tonto con lugar y tiempo.

8.- Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Ya te comenté que es conveniente tratarlos como niños, ¿no? Pues bien, lo ideal es tratarlos como niños tontos. No repares en gastos en políticas de protección al ignorante (deja que los que tienen más de 4 suspensas pasen de curso ¡Por Dios!) y al vago (no ayudes al que no pueda trabajar, sino al que no quiera. Crea castas de vagos, no ayudes a los que son diligentes), no dejes que la dureza de la vida les espabile: papá estado les cuidará de todo, y mientras tanto, tragarán lo que les pongas en el biberón.

9.- Reforzar la autoculpabilidad. Y el broche final: La culpa no es tuya ¡Faltaría más! Tu eres un sabio entre los sabios que se ha ofrecido humildemente a dirigirles, a cuidarles y protegerles como un padre y a defenderles de todos los males. Pero ellos son tan mediocres e ignorantes (pobrecitos, si es que no llegan - Séptimo mandamiento-) que ni siquiera un mesías como tú ha podido ayudarles. ¡Ay, cuan afligido estás! ¡Cuánto te habría gustado poder haberles sacado del apuro! Pero los muy tercos no se han dejado, que calamidad. Tendrás que volver a buscar soluciones maravillosas, lógicas, tan evidentes que parece mentira que nadie hubiese pensado en ellas antes, y que te haga parecer un valiente adalid de la justicia y la libertad (Primer Mandamiento).

10.- Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. Si has cumplido a rajatabla el Séptimo y Octavo mandamientos, no tendrás dificultades aquí. ¡Hasta un niño sería capaz de hacerlo! Paga a unos buenos asesores, que para algo tienes los presupuestos públicos para jugar, y dedícate a aprender cómo hablar, como mirar, cómo moverte y hasta cómo estar quieto. Todo en ti ha de ser sugestivo, mágico, casi místico. Eres el sacerdote de esta nueva religión, no lo olvides. Las masas han de seguirte y depositar todas sus esperanzas en ti, así que tu deber, tu única obligación y trabajo es conocerles. El conocimiento es poder, y el poder es dinero, no lo olvides, mi querido ahijado.

Sin más, espero que mis consejos te sean útiles, que te mantengas tan rico y poderoso como hasta ahora, y sobre todo que no olvides aquel desliz que sólo yo conozco y que podría arruinarte la carrera, la familia y la vida. Un abrazo a tu esposa y a tus hijos, y no olvides transferirme lo que acordamos a mi cuenta de siempre.

Un sincero saludo, de tu viejo vecino de escaño.

Esta carta ha sido elaborada en base a los diez mandamientos para la manipulación mediática, aparecidos en el libro Armas silenciosas para guerras tranquilas, del lingüista Noam Chomsky. Diría que se trata de una obra de ficción, pero las posibilidades de que esta carta o una muy similar haya existido de verdad son tan elevadas que no me atrevo a llamarla así. Y para lo demás, a buen entendedor...

Fëanar

2 comentarios:

  1. asi nos gobiernan hoy, para llegar al fascismo nuevamente.

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    1. Hola anónimo.

      El fascismo solo fue una de las muchas formas de gobierno alienantes para el individuo (y no la más grave, de hecho), tales como el liberalismo decimonónico o el socialismo. Por lo demás, muy de acuerdo contigo.

      Un saludo.

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