A día de hoy, lo más valioso de nuestra sociedad se nos está escapando por el sumidero de los abortorios. Los niños son nuestro futuro, nos perpetuarán y ayudarán a mantener la patria que nosotros mismos ayudamos a levantar, poniendo también su parte. Ellos serán nuestros líderes, nuestros médicos y nuestros profesores. De ellos dependeremos en la senectud, postergados por los estragos de nuestros errores, y a ellos acudiremos en la hora de necesidad, recordándoles sus deberes con quienes les criaron y ampararon.
Pero ¿cómo reaccionarán cuando se den cuenta de lo que hicimos? ¿De que son los afortunados supervivientes de un genocidio silencioso? ¿De que, mientras no habían nacido, corrían el riesgo de perder la vida? Poca compasión encontraremos. Más bien repugnancia y rechazo, y eso con suerte, si no deciden que la sangre injustamente arrebatada de sus hermanos clama justicia y que nosotros, si no culpables, sí que fuimos sus imprescindibles cómplices. Porque cierto es que se nos llena la boca con lo de amar al prójimo, pero luego bien que les ofrecimos el más profundo de nuestros desprecios: un bochornoso silencio.
Nos parecerá injusto que nos sienten en el banquillo de los acusados. Al fin y al cabo, como cristianos, creíamos firmemente en el derecho a vivir de todo hombre, especialmente el de indefensos bebés. Llegaríamos a decir que hasta organizamos movimientos y manifestaciones, que había grupos que nunca dejaron de reclamar un cambio en la sociedad y en las leyes.
Ahí nuestros hijos se llevarían las manos a la cabeza ¿Eso os importábamos? ¿Nos estaban arrancando del vientre de nuestras madres y lo único que se os ocurrió fue poner una reclamación? Silencio.
¿Es que nadie arriesgó su vida para defender a su propio hijo? ¿No hubo, al menos, desesperados intentos de rescate? ¿Alguien gritó mientras les mataban? ¿No hubo nadie que llamase por su nombre a esos asesinos, que jurase llevarlos frente a la justicia mientras les quedase sangre en las venas? Apenas podríamos balbucear.
¿Acaso recogisteis sus cuerpos? Continuarían ¿Les llorasteis como era debido? ¿Les enterrasteis? ¿Rogasteis por su alma? ¿O, simplemente, les pusisteis nombre? Vosotros, sus padres, madres, tíos, abuelos ¿Qué hicisteis con nuestros hermanos?
Intentaríamos romper el acusador silencio con alguna excusa, pero todas sonarán ridículas. Al final, estoy seguro, lanzarían una última pregunta que sellaría nuestro veredicto definitivamente ¿Disteis, como era vuestro deber, la vida por defender la de vuestros propios hijos, nuestros hermanos?
Supongo que ellos sí que encontrarían la misericordia que a nosotros nos faltó, y nuestras vidas no correrían peligro, pero tampoco serían capaces de mirarnos a la cara sin sentir vergüenza de nosotros, de esta generación maldita que no solo contempló el peor genocidio posible, sino que lo consintió, sino de palabra, de obras. Luego, eso sí, todo serán lamentaciones vanas e inútiles.
¡Que Dios se apiade de nosotros, pues más nos habría valido lanzarnos al mar con una piedra al cuello antes que haberlo permitido!
Luis Ignacio Rodríguez
Me parece un artículo muy duro pero cierto, y por desgracia real y es que somo un país perdido e incoherente y tenemos cada uno nuestra parte de culpa.
ResponderEliminarHe oído en el programa de Julia Otero que en Europa estaban mas avanzados porque permitían el aborto y nosotros no... pues para mi un país moderno pasa por el bienestar de todos los ciudadanos, por los mayores, por los enfermos, por los dicapacitados, con buena sanidad, trabajo, educación, justicia, no por matar niños no natos. Ella misma se ha horrorizado con la noticia de la ablación de dos niñas musulmanas y sin embargo el aborto no le importa, cuando se tendría que luchar por ayudar a las madres con problemas y ayudarles con pisos compartidos con buscarles trabajo..y con una familia para el niño si no lo quiere, hay parejas que lo están deseando..se tienen que ir a China a adoptar niños de allí y a quí los matamos ¿es eso coherente? luego están los que luchan por los derechos de los animales, por que no haya violencia de género, pero son pro-abortistas ¿es eso coherente? claro es que un feto para ellos no es un niño, habría que preguntarles cuando lo es... ¿cuando tiene los ojos? ¿o todavía no? cuando tiene los brazos , quizás ? ¿ o todavía no? quizás las piernas ¿o todavía no? defienden que pueden hacer con su cuerpo lo que quieran y estoy de acuerdo, pero el feto es un ser diferente y como cualquier ser humano con derechos, si puede nacer claro, o quizás somos como los nazis y decimos tu vives, tú mueres...
Y ahora ya en el plano legal ¿que nos parecería si con nuestros impuestos (la sanidad la pagamos todos) se practica la ablación a las musulmanas ¿no pondríamos el grito en el cielo? pues eso, yo no quiero que se mate a nadie con mis impuestos ¿es tan difícil de entender?
TXIMELETA: Estoy totalmente de acuerdo contigo, excepto en lo siguiente: no somos como los nazis, puesto que el nacionalsocialismo prohibia el aborto, saludos...protegia a los bebés aún no nacidos, protegía el futuro de su patria...
EliminarEl estado no puede tener control sobre eso. Menos la iglesia y punto. Otra cosa es gravar con impuestos a los que se pasen, tanto por arriba como por abajo. La población está por encima de la capacidad de carga del ecosistema, en eso no pensaron en la biblia, sin control la población se dispara
ResponderEliminarHola, Anónimo.
Eliminar¿Aquí quién está hablando del estado o de la Iglesia? Quién es un asesino lo es sin que nadie tenga que decírselo y punto.
Y esos terrores malthusianos sobre el exceso de población no son más que una excusa para provocar miedo y justificar cualquier clase de genocidio, empezando por los no nacidos. Al fin y al cabo, si alguien me dice que hay exceso de población lo siguiente que tendría que hacer es demostrarme que él mismo no forma parte de ese exceso de población que debe ser eliminado.
En lugar de acojonarnos y matar a gente sin motivo ¿que tal si dejamos nacer a todos, les criamos bien y les educamos? Una cosa está clara, de existir alguien que vaya a solucionar el hambre en el mundo,es muy probable que no haya nacido todavía, y lo mismo se puede decir del inventor de los viajes interestelares, la fusión nuclear, etc.
En el Imperio romano también hubo un Malthus, aunque dedicado a la técnica. AL ver la catapulta de torsión declaró muy ufano que el ser humano había alcanzado el culmen de su desarrollo técnico. Y él, como Malthus, se equivocó.
Un saludo.